A unos 13 millones de años luz de distancia, en la constelación de Centauro, se encuentra una de las galaxias más intrigantes y estudiadas del universo: Centaurus A (NGC 5128). Su peculiar estructura, combinando un núcleo brillante, bandas oscuras de polvo y majestuosos chorros de radiación, la convierte en un objeto fascinante tanto para los astrónomos profesionales como para los entusiastas del cosmos.
Centaurus A es una galaxia elíptica activa, famosa por su forma inusual. A simple vista, se distingue por un núcleo central brillante rodeado por una banda oscura de polvo que la atraviesa. Este anillo de materia no es solo un elemento decorativo: es una pista crucial sobre su pasado. Los astrónomos creen que esta peculiaridad es el resultado de una colisión galáctica ocurrida hace millones de años, en la que una galaxia espiral más pequeña fue absorbida por la más masiva Centaurus A. Este evento no solo dejó una cicatriz en forma de bandas de polvo, sino que también desencadenó intensos episodios de formación estelar.
Lo más impresionante es que esta galaxia también presenta anillos concéntricos de gas y polvo. Estos anillos son el eco de la colisión, como las ondas que se forman al lanzar una piedra en un estanque. Cada anillo cuenta una historia sobre las complejas interacciones gravitatorias que dieron forma a esta región.
En el centro de esta galaxia se encuentra un agujero negro con una masa estimada en cientos de millones de veces la del Sol. Este coloso no está en reposo; por el contrario, está devorando activamente materia que cae en espiral hacia su horizonte de eventos. A medida que este material se acelera y calienta, emite una radiación intensa que alimenta la actividad del núcleo galáctico.
Los chorros de radiación que emergen del núcleo son una de las características más espectaculares de Centaurus A. Estas estructuras, que se extienden por decenas de miles de años luz, están compuestas por partículas subatómicas que viajan a velocidades cercanas a la de la luz. Estos chorros no solo son visibles en longitudes de onda ópticas, sino también en radio, rayos X y gamma, lo que los convierte en una mina de información para los astrónomos que estudian la física de los agujeros negros y los procesos de energía extrema.
La imagen que acompaña este texto es una astrofotografía de Centaurus A capturada con filtros LRGB. Este método permite resaltar los detalles estructurales de la galaxia al combinar la nitidez de la luminancia con los colores naturales proporcionados por los filtros RGB. Al sumar 15h de luminancia en la fotografía se puede observar claramente la banda oscura de polvo que atraviesa la galaxia, así como los sutiles anillos concéntricos de materia que la rodean. Además, gracias a integrar más de 28h de datos H alfa, los chorros de radiación emergen como filamentos rojizos, destacándose contra el fondo lleno de estrellas y otras galaxias distantes.
Las estructuras concéntricas de materia entrono al núcleo activo de la galaxia se aprecian mejor si eliminamos las estrellas de la imagen.
También es claramente visible en toda la imagen la tenue nebulosidad (IFN) que rodea como un halo nuestra propia galaxia. Y quizás, solo quizás, junto a esa nebulosa de flujo integrado se puede apreciar una debil señal rojiza de H alfa.
Si nos atenemos a la astrofotográfia ultraprofunda que se está haciendo actualmente integrando muchísimas horas de exposición con equipos de gran campo, podemos apreciar que la emisión rojiza de H alfa es practicamente ubícua en el cielo. Los datos que he obtenido sugieren que en ese fondo de cielo puede haber una debilísima señal H alfa. Para confirmarlo deberían de acumularse muchas más horas y a poder ser con telescopios de mayor abertura y cámaras con eficacias cuánticas mayores. Pero bueno… es lo que mis datos sugieren. También puede ser que sean artefactos y el resultado de un procesado chapucero por mi parte.
Y como siempre que miramos hacia fuera de la Vía Láctea es posible identificar muchas otras galaxias en la imagen. Algunas de ellas muy evidentes y otras no tanto.
Centaurus A es más que una imagen hermosa; es un laboratorio natural que nos permite explorar cómo funcionan las galaxias activas. Al observar sus anillos de materia, podemos entender los efectos a largo plazo de las colisiones galácticas. Al estudiar sus chorros, aprendemos cómo los agujeros negros afectan a su entorno. Y al analizar su emisión de rayos X y gamma, descubrimos cómo se generan y propagan las partículas de alta energía en el universo.
Contemplar Centaurus A nos recuerda lo vasto y complejo que es el universo. Esta galaxia, con su turbulento pasado y su energía desbordante, es un testimonio de los procesos dinámicos que moldean el cosmos.
Finalmente, una carta de localización del campo fotografiado así como los datos técnicos de la captura. La imagen final es un recorte del campo total proporcionado por mi equipo.